jueves, 18 de septiembre de 2014

CHINA ZORRILLA: SU FALLECIMIENTO



Jueves 18 de septiembre de 2014 | Publicado en edición impresa

1922 - 2014
China Zorrilla: la hermosa abuela de todos

Adorada de igual modo por la elite cultural y por los sectores populares, fue una primera figura del cine, el teatro y la televisión

Por Pablo Gorlero y Susana Freire  | LA NACION


Te gustan los perros?... Si no te gustan los perros no entrás a esta casa -decía y reía-. ¿Te gustan los chocolates? Si no te gustan los chocolates no entrás a esta casa -y lanzaba otra carcajada-". Así te podía recibir China en su casa. La tía de todos, la abuela de todos. Te miraba a los ojos con toda la ternura junta y sonreía. Tenía esas sonrisas que saben abrazar y besar al mismo tiempo. Dulce, sabia, divertida, altruista y talentosa, China te enamoraba. Desde ayer, ya no está más físicamente, pero nos dejó tanto...

En esas charlas que solíamos tener con ella quienes deambulamos por el ámbito teatral solían circular anécdotas de todo tipo. Desde aquellas de difícil comprobación hasta esas otras que uno intuye tan verdaderas como ella misma. Sea como sea, esas historias de encuentros con colegas hiperfamosos o aquellos relatos "tras bambalinas" eran deliciosos. China fue una trovadora única a quien le encantaba hablar. Podía pasar horas charlando con cualquier persona y convertía sus experiencias de vida en agradables anécdotas, donde predominaba esa mirada pícara que ella volcaba con mucho humor. Sus allegados saben muy bien cuánto había que esperarla cuando salía de un teatro.

Para ella nada era tan trágico ni nada tan dramático. "Qué tal, China", la saludamos, luego de un ensayo. "Desde la última vez que me viste, con una vesícula menos", respondió con una aparente seriedad que luego daba paso a una gran sonrisa. Esa era China y así será recordada, como un ser entrañable y, como sucede con algunos elegidos, irreemplazable.

Expresar lo que fue China Zorrilla sería extenso e inacabable, no sólo por lo que representó artísticamente (actriz, directora, traductora, adaptadora), sino por su calidad humana, que la hizo acreedora del afecto de sus colegas y de su público.

Fue una personalidad muy comprometida con la actividad teatral. Solía frecuentar las galerías del Parlamento, presenciando las sesiones donde se trataba la Ley Nacional del Teatro, y también se destacaba en las salas de teatro, donde acompañaba con su presencia el desarrollo artístico de las nuevas generaciones de actores y directores. Era de una generosidad sin límites. Cuando la entrevistaban en algún programa de mucho rating o en un medio masivo de comunicación, no sólo promocionaba lo suyo, sino que aprovechaba para hablar de todos aquellos espectáculos que había visto y necesitaban difusión. Muchos le deben su éxito a la "manija" que China Zorrilla les dio en algún comentario. A pesar de que era una actriz muy convocada por los empresarios y productores, siempre respaldó con fervor los reclamos del teatro independiente. No había lucha justa en la que China Zorrilla no se anotara.

Desde el punto de vista artístico, sería casi interminable registrar su presencia en los escenarios porteños y uruguayos, pero basta decir que fue una actriz muy dúctil y versátil tanto en la comedia como en el drama. De su largo historial nacional vale destacar dos producciones teatrales que le brindaron muchas satisfacciones: Eva y Victoria, de Mónica Ottino, y Camino a la Meca, de Athol Fugard. La primera fue una obra que la llevó a recorrer durante siete años los cuatro puntos cardinales del país. Recelosa de los aviones, se mostraba reacia a viajar, hasta que la producción decidió reciclar un gran ómnibus y transformarlo en una casa rodante. De esta manera, China terminaba una función y en la puerta del teatro estaba estacionada su "casa", que la llevaba por los caminos provinciales. "Sabés qué maravilla empezar un libro y poder terminarlo antes de llegar a destino", solía decir. Por su parte, con cinco años de representaciones, Camino a La Meca estuvo entre sus últimos trabajos, y pasó algo similar con un derrotero que incluyó giras y le deparó muchas distinciones.


Su vida y su obra

Concepción Zorrilla de San Martín Muñoz nació en Montevideo el 14 de marzo de 1922. Hija del notable escultor José Luis Zorrilla de San Martín (1891-1975) y de la argentina Guma Muñoz del Campo, nació en el seno de una familia patricia uruguaya. Su abuelo paterno fue el poeta de la patria, Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931). Fue la segunda de cinco hermanas por vía materna y fue pariente del prócer nacional uruguayo José Gervasio Artigas y del poeta argentino Estanislao del Campo.

Su debut en los escenarios se produjo en 1943, en el teatro independiente uruguayo, con La anunciación a María, de Paul Claudel, pero no iba a estar mucho tiempo en su país, ya que en 1946 obtuvo una beca del British Council para estudiar en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres, donde tomó cursos con figuras de la talla de Katina Patxinou, la gran trágica griega. Luego volvió a su ciudad natal y participó en más de 80 obras de teatro como primera actriz de la Comedia Nacional Uruguaya en el Teatro Solís de Montevideo. Tuvo la oportunidad de trabajar con Margarita Xirgu, que la dirigió en Bodas de sangre y Romeo y Julieta. En el teatro de repertorio se impuso como actriz dramática y como brillante comediante primero en la Comedia Nacional, el TCM (Teatro de la Ciudad de Montevideo) y luego en el teatro El Galpón, con obras de los más importantes dramaturgos internacionales.

En 1961 fundó el Teatro de la Ciudad de Montevideo (TCM) junto con Antonio Larreta y Enrique Guarnero, con cuyo elenco viajaría a Buenos Aires, París y Madrid. Produjo, tradujo, adaptó y dirigió diferentes obras de teatro y óperas. Entre otras múltiples actividades, se desempeñó como corresponsal del diario El País cubriendo el Festival de Cannes y otros eventos internacionales y como periodista y animadora de televisión en Uruguay.

A mediados de la década del sesenta hizo un paréntesis en su actividad teatral para establecerse durante cuatro años en Nueva York, donde trabajó como profesora de francés y secretaria de una agencia teatral.

En 1971 viajó a Buenos Aires para filmar su primera película, Un guapo del 900, dirigida por Lautaro Murúa, y luego La maffia, de Leopoldo Torre Nilsson. Al actuar en teatro con tres monólogos (Hola hola, 1, 2, 3) y Canciones para mirar, decidió instalarse definitivamente en Buenos Aires, donde desplegó una intensa carrera en cine, teatro y televisión, medio que le dio inmensa popularidad gracias a su participación en teleteatros con la autoría de Alberto Migré, especialmente Rolando Rivas, taxista, Piel naranja y Pobre diabla. Su estada en Buenos Aires coincidió con el advenimiento de la dictadura militar uruguaya, donde fue proscripta por las autoridades de facto. Entre sus últimos trabajos televisivos cabe mencionar Son amores, Los Roldán, Mujeres asesinas y Vidas robadas.

Fue una presencia constante en los últimos 35 años del teatro argentino cosechando éxitos con Fin de semana, en el monólogo Emily, Querido mentiroso, La voz humana, Encantada de conocerlo, Una margarita llamada Mercedes y en El diario privado de Adán y Eva, que representó en 1985 y nuevamente en 2007 junto a su gran amigo Carlos Perciavalle.

En 1995, en el Teatro Colón de Buenos Aires, China Zorrilla revivió el papel de recitante que Igor Stravinsky escribió para Ida Rubinstein y que Victoria Ocampo estrenó en 1936 en el teatro, dirigida por el propio Stravinsky: la ópera-ballet Perséphone, sobre textos de André Gide.

Desde 1971 hasta el presente ha participado en más de 50 películas dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, Luis Puenzo, María Luisa Bemberg, Alejandro Doria, Marcos Carnevale, Oscar Barney Finn, Raúl de la Torre, Edgardo Cozarinsky, Adolfo Aristarain, Carlos Gallettini, Manuel Antín, André Melancon, Santiago Olves, Ricardo Wullicher, Juan José Jusid, Héctor Olivera, Fernando Ayala, Javier Torre, Sergio Renán y en el debut cinematográfico como director de Antonio Larreta. Su último trabajo en un largometraje fue en 2008, en Sangre del Pacífico, dirigida por Boy Olmi.

No le faltaron honores y distinciones, que, curiosamente, empezaron a otorgarle tardíamente en su carrera. "La gente me quiere, pero no me premia", solía decir. Pero tarde o temprano llegó el reconocimiento, tanto nacional como internacional: Orden de Mayo del Gobierno de la República Argentina, Chevalier de la Legión de Honor del gobierno francés 2008, Orden de Gabriela Mistral del gobierno chileno, premiada por el Fondo Nacional de las Artes, Ciudadana Ilustre de Buenos Aires en 2004, Ciudadana Ilustre de Montevideo, Ciudadana Ilustre de Mar del Plata.

También fueron numerosos los premios que recibió por su actividad en el cine, en el teatro y en la TV, entre los que figuran varios Cóndor de Plata, Ace de Oro, Trinidad Guevara, Florencio Sánchez, María Guerrero, Hugo y Martín Fierro, entre otros, y no faltaron los que cosechó en festivales de cine de La Habana, Cuba, Moscú, Málaga y Chicago, por películas como Esperando la carroza, Darse cuenta, Besos en la frente, Conversaciones con mamá y Elsa y Fred.

Su último trabajo teatral fue el semimontado Las d'enfrente. Estuvo retirada durante los últimos dos años, cuando comenzó a apagarse. Murió ayer, en el hospital de la Asociación Española de Montevideo, a los 92 años. Había sido internada el domingo pasado por una neumonía. Algo muy importante le va a faltar al espectáculo rioplatense a partir de ahora. Queríamos tanto a China.

LA NACION - 18 DE SEPTIEMBRE DE 2014
EDICION IMPRESA
PABLO GORLERO-SUSANA FREYRE
..........................................................

No hay comentarios:

Publicar un comentario