Un 16 de
septiembre como hoy:
¡Feliz
cumpleaños! Julio César Fernán
Efemérides de TODOTANGO.
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JULIO CESAR
FERNAN.
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EN MI CASA CON JULIO CESAR FERNAN
Entrevista de RICARDO GARCIA BLAYA
publicada en la página webb TODOTANGO
A este porteño cantor lo conocí a raíz del pre-estreno de la
película El último aplauso, de Germán Krall, que se realizó en un cine de
Belgrano al que asistí representando a la Academia Nacional del Tango. Después,
tuve oportunidad, en dos ocasiones, de escucharlo en el legendario café Los
Laureles de Barracas junto a Inés Arce, La Calandria, que también actúa en el
film. Me sorprendió su interpretación, su timbre atenorado, su afinación y el
mesurado empleo de la potencia de su voz, que alterna con gran ductilidad con
el sottovoce. Lo invité a reunirnos en casa para que me cuente sobre su vida y
trayectoria; aquí su relato:
«Mi madre me tuvo en casa, como se estilaba entonces, en la
calle Trole y Patagones, hoy Gregorio Pomar, en el barrio de Parque Patricios.
«Antes de los 20 años, comencé a ganar mis primeros pesos con
el tango en las cantinas de La Boca, pero la vida me la ganaba de canillita en
el kiosco de mi viejo.
«En 1969, participé en el Canal 9 en Grandes Valores del
Tango ¿sabés quién me presentó? el gran Hugo del Carril, que me preguntó que
hacía y, cuando le dije que era canillita, me dijo: “Pibe, en ese oficio vas a
durar poco”.
«Después, desde 1972 hasta 1978, canté en los cabarets
Karina, Kim y otros locales nocturnos. En 1977, en Karina, estuve con Roberto
Goyeneche, Alba Solís, el Sexteto Mayor, Hugo Marcel con los que compartí
escenario hasta principios del año siguiente que me contrataron para ir a
Mendoza.
«Pero antes, en el verano de 1973, trabajé en Mar del lata,
en el Tango Bar de la calle Buenos Aires esquina Belgrano, acompañado por el
Tango Trío. Allí, actuaban, el cuarteto de Aníbal Troilo y la orquesta de
Osvaldo Pugliese ¡nada menos! Una noche, El Gordo me llamó a su camarín y me
pidió que remplazara a Tito Reyes que estaba con algunos problemas. Recuerdo
que ese día me pidió que empezara cantando “Garúa”. Remplacé a Tito varias
noches. En el cuarteto estaban Aníbal Arias (guitarra), Rafael del Bagno
(contrabajo) y José Colángelo (piano).
«En 1976, viajé a Japón con el sexteto de Cacho Vidal y una
pareja de baile. Estuvimos dos meses y gané lo que en la Argentina se ganaba en
tres años. Hoy ya no ocurre lo mismo, “los ponjas” se avivaron y pagan muy poco
más de lo que ganamos acá.
«Llegué a Mendoza en las vísperas del inicio del Mundial de
Fútbol de 1978, en un clima de gran expectativa porque la provincia era una de
las subsedes del mismo. La convocatoria era para cantar en el recientemente
inaugurado cabaret Scorpios que estaba en la ciudad de Mendoza. Firmé por
quince días, pero en la región cuyana me quedé un año. Durante ese lapso, canté
en muchos lugares y en San Juan: Bodega del 900, El Amasijo, Casino de Mendoza,
entre otros compartiendo escenario con grandes estrellas que venían de Buenos
Aires, entre ellos, Roberto Rufino.
«Rufino aparte de ser un cantor extraordinario era un tipo muy
particular, y, como sabemos, estaba un poco loco. En una ocasión, en La Casona
de Ganímedes, en una de esas noches de poco público —no serían más de 25
personas—, cantó un tema para cada uno de los asistentes. Y al día siguiente,
cuando el boliche desbordaba de gente —más de trescientas personas—, cantó tres
tangos y se fue.
«En Barrabás, otro boliche mendocino, me rencontré con
Goyeneche que había sido contratado para actuar en ese lugar, pero en la primer
noche, el dueño lo hizo cantar en tres sitios distintos por la misma plata. Al
día siguiente, El Polaco estaba que trinaba y me dijo: “Esta noche no canto voy
a estar disfónico”. Luego, me explico que tenía una técnica para hablar con una
sola cuerda vocal ¡Qué personaje!
«A mi regreso a Buenos Aires seguí cantando con el
acompañamiento del Tango Trío que estaba formado por Rubén Castro (guitarra),
Humberto Pinheiro (contrabajo) y Julio Esbrez (bandoneón).
«Grabé dos temas en un disco doble para el sello Almalí (A/D
1027), como vocalista de la orquesta de Luis Alberto Salvadeo, “Marcuccito”:
“Con pena y amor” de Jorge Serrano y Luis Rodríguez Armesto, a dúo con Alberto
Selpa y “El último escalón”. En aquel tiempo, trabajaba en el Banco
Latinoamericano y, a partir de 1981 hasta 1985, en el Banco Ciudad en el sector
pignoraticio.
«En 1982, retomo las actuaciones en Grandes Valores del
Tango, ya con la conducción de Silvio Soldán. Luego, volví a Brasil con un contrato
corto, para inaugurar el cabaret Pigall, en Porto Alegre, y me quedé casi un
año cantando por todo Rio Grande Do Sul.
«De vuelta en Buenos Aires, trabajé con la orquesta de
Alberto Coral en la boite Mi Club, de Suipacha y Tucumán. En esa formación
estaba el violinista Wenceslao Cinosi, autor del tango “Carga” y de la
variación de “La cumparsita”, cuando era primer violín en la orquesta de
Alfredo De Angelis.
«Luego, hice una gira por Paraguay y, a partir de la década
del 90 actué en locales de la noche porteña, entre ellos: La Taberna de
Ricardo, Arturito, Guayana, La Casona de Parque Patricios, La Casa de Aníbal
Troilo, Café Tortoni, Caballito Blanco y, por supuesto, en el querido Bar El
Chino. En 1997, actué durante tres meses, en un music hall en el Teatro
Avenida».
Antes de irse, me dejó el disco de la banda de sonido de la
película El último aplauso. La charla con Julio César Fernán fue muy amena y,
de alguna manera, didáctica. Conocer los entretelones de la profesión y las
historias que deparan la noche y los personajes del tango, siempre dejan la
sensación de haber aprendido algo más del meritorio oficio del artista.
fuente: TODOTANGO.
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