En 1909 nació: Arturo Gallucci
Efemérides de TODOTANGO.
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Un día como hoy... 17 de enero...pero de 1909... nacía
ARTURO GALLUCCI.
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Semblanza de PEDRO COLOMBO
Publicada en la página
webb TODOTANGO
Nombre real:
Fregolini, Arturo Hércules
Contrabajista,
compositor y autor
17 enero 1909 -
23 junio 1978
Nacido en el
barrio porteño de San Cristóbal, su experiencia, forjada desde niño en la
troupe de variedades Los Fregolini, dirigida por sus padres, Arturo Fregolini y
Virginia Fachín, lo fue enriqueciendo en conocimientos musicales (aprendió a
tocar la guitarra, el contrabajo y el pistón), así como dotándolo de una
personalidad carismática, de inquietudes artísticas.
Su carrera, ya
como Arturo Gallucci, ejemplifica la de muchos compositores que transitaron a
pleno la generación del cuarenta, nutriendo casi anónimamente con sus obras el
repertorio de las grandes orquestas típicas. Tanto las de rítmica expresión
tradicional, como las de mayor evolución melódica y armónica. Siempre con un
linaje milonguero, bailable y cantable, de amplia aceptación popular.
Entabló desde
joven relaciones con letristas, músicos y hombres de la radio y la noche. El
Café El Águila, el Marzotto, el Petit Salón, fueron algunos de sus centros
preferidos. En ellos entrecruzó su camino con Carlos Di Sarli, en cuyo círculo
de bohemia trabó una fuerte amistad. Y en cuya escuela de romántico melodismo,
asentó su veta compositora, captada además por otro forjador del cuarenta,
Alfredo De Angelis. Trabajó sobre la escritura pianística, con la flexibilidad
de adecuarse con sus colaboradores, facilitando el estilo de la mayoría de las
orquestas y sus distintas voces.
Precisamente, fue
Di Sarli quien, en 1943, le dio el espaldarazo, grabando con su orquesta la milonga
“Yo soy de San Telmo” con música de Victorino Vázquez y además, “Cómo se hace
un tango”, ambos interpretados por Roberto Rufino.
Di Sarli le llevó
también al disco los tangos “Cero al as”, con la voz de Alberto Podestá; “Vieja
luna” y “Cuando muere una esperanza”, con Jorge Durán; “Dejame hablar”, “Tengo
un amigo” y “Tenía que suceder”, con Mario Pomar; “Fogón de huella”, con
Roberto Florio; “Mala yerba” (vals) con Rodolfo Galé y “No me supiste amar”,
con Horacio Casares.
Casi
paralelamente, Alfredo De Angelis, la estrella del Glostora Tango Club, le
grabó “Cero al as” y “Mi novia de ayer”, ambos con Floreal Ruiz; “Sirva otra
copa”, “Tenía que suceder”, “Cuatro líneas para el cielo”, el magistral “Vieja
luna” y “Seis de enero”, los cuatro con Carlos Dante; “Adiós marinero”, con
Julio Martel; “Guitarra de ausencia”, con Juan Carlos Godoy. En sus
tradicionales dúos: “Cien guitarras”, con Carlos Dante y Julio Martel, “Amor de
resero” y “Tropero soy” con Juan Carlos Godoy y Lalo Martel.
Después de
acompañar con guitarras a distintos cantores en audiciones radiales, recién en
el año 1946 formó con el bandoneonista Alfredo Calabró el Quinteto
Calabró-Gallucci, integrado por Calabró y Andrés Natale (bandoneones); Agustín
Bardi (hijo) (piano); José Votti (violín) y Gallucci (contrabajo). El quinteto
se disolvió sin grabar y al poco tiempo Gallucci dejó la ejecución profesional
durante un largo período.
Cuando el tango
estaba en pleno declive, volvió a unirse con Calabró, para formar el Trio
Calabró-Gallucci-Ranieri, este último su amigo, el guitarrista Lorenzo Ranieri.
Animaron durante varias temporadas en la década del setenta, los espectáculos
organizados por el restaurante El Mesón Español, ubicado en la Avenida Caseros.
La calidad de sus
composiciones no fue ajena a la Orquesta Típica de Astor Piazzolla, quién, en
1947, le grabó la milonga “Cargamento”, con una aceleración rítmica que,
metafóricamente, podría sugerir el deseo de este músico de excelencia, por
desbandarse de los concepciones orquestales imperantes. El tema, está
excelentemente vocalizado por Aldo Campoamor. También, el marplatense le grabó
“Adiós marinero”, a dúo entre Aldo Campoamor y Héctor Insúa.
La grabación de
“Adiós marinero” por la Orquesta Francini-Pontier, marca por vez primera el momento
en que Alberto Podestá y Raúl Berón, registran en esa modalidad. También esta
alineación grabó “Cuatro líneas para el cielo” y “El pecoso”, con Roberto
Rufino; además del mencionado “Cargamento” y de “La culpa es mía”, con Raúl
Berón y de “Tengo un amigo”, con Pablo Moreno. Osmar Maderna, con Orlando
Verri, y Gabriel Clausi (Chula), en Chile y con Roberto Rufino, registraron
“Pajarito viajero”.
Entre los
cantables de Alfredo Gobbi, se incluyen el vals “Aunque sea mujer”, con Carlos
Almada; “Y no me supiste amar”, con Tito Landó y “El hijo cruel” con Alfredo
Del Río. Las orquestas de Pedro Laurenz, con la voz de Jorge Linares; y de
Edgardo Donato, con Pablo Lozano, su tema “Barrio tranquilo”. Ricardo Tanturi,
con Enrique Campos grabó “Y siempre igual”, también registrado por Alberto
Castillo con acompañamiento de ángel Condercuri.
Jorge Casal, en
su paso deslumbrante con Florindo Sassone, reiteraría “Cien guitarras” y “Fogón
de huella”. El mismo Sassone, con música propia y letra de Gallucci, “Un cuadro
y una canción”. Por su parte, Lucio Demare, con Raúl Berón, y Armando Cupo, con
Alberto Morán, ponen en sello “Cómo se hace un tango”. El tema “Frente al
espejo”, califica entre las mejores interpretaciones de Tito Reyes, quién la
registró con la Orquesta de Roberto Caló.
Armando Pontier y
Juan D’Arienzo, grabaron con Julio Sosa y Mario Bustos, respectivamente, “Esas
cosas de la vida”. El Rey del compás llevó a su discografía “Volvés a mí” y “Mi
novia de ayer”, ambos con Jorge Valdez. El campero “Fogón de huella” surcó las
gargantas de Edmundo Rivero con Carlos Figari y de Roberto Goyeneche con Aníbal
Troilo. “Cero al as” lo cantó Argentino Ledesma acompañado por Jorge Dragone.
José Basso, con Roberto Florio, hizo “Un amor imposible”.
Fulvio Salamanca,
Enrique Campos con Calabró, Juan Sánchez Gorio, Domingo Federico, el Trío
Yumba, la Orquesta Típica Gente de Tango con Alfredo Sáez, Omar Valente, entre
otros, grabaron temas compuestos por este notable hacedor. En aquellas épocas
de multiplicidad arrolladora del tango, la mayoría de los compositores e
inclusive muchos autores, eran prácticamente ignorados, debido a la atracción
ejercida por las primeras figuras: los grandes directores de orquesta, los
cantores y los ejecutantes sobresalientes de algún instrumento.
Sería injusto no
mencionar a los letristas y colaboradores que lo acompañaron. Ellos remiten al
tango clásico del cuarenta (1935-1960) Algunos, transmiten sedimentos camperos.
La nómina incluye a Abel Aznar, José Barreiros Bazán, Julio Camilloni,
Francisco Bohigas, Alberto Castillo, Luis Caruso, Leopoldo Díaz Vélez, Enrique
Dizeo, Celedonio Flores, Ítalo Silvestre Gianetti, Dante Gilardoni, Raúl
Hormaza, Roberto Lambertucci, Enrique Lary, Carlos Olmedo, Marvil, Julio Jorge
Nelson, José Rótulo y Reinaldo Yiso.
Valgan una
anécdota y un gesto que pintan a Gallucci de cuerpo entero. Criado en un barrio
pobre, con prolongada bohemia que no fatigó su alma bondadosa, una noche en El
Café Los 33 Billares, después de que Navarrita hiciera una exhibición para sus
admiradores, se quedó poniéndole tiza al taco y propició una partida, entre el
campeón mundial de tres bandas y El Nene Rufino. Este, luego de ir sumando en
el bolillero por encima de Juan Navarra, estalló de alegría cuando se vio triunfador.
Recordó Rufino,
en un anecdotario que poseo: «Con saltos y festejos a puro whisky, me sentí más
ganador que después de haber grabado mi primer tango con el Maestro. Pero, al
darme cuenta que todo había sido puro grupo, inventado por Gallucci, lo empecé
a correr alrededor de la mesa, mientras los muchachos de la orquesta, se
mataban de risa. Navarrita, piola y muy serio, me dijo: “¡Qué querés que haga,
Robertito, alguna vez tenía que perder. Menos mal que fue con un amigo como
vos!”.»
El broche es que
fue precisamente Arturo Gallucci, quién le sugirió al representante de Carlos
Di Sarli, Antonio Cantó, adicionarle al maestro el eslogan El Señor del Tango.
Como muestra de su respeto e incondicional afecto, junto con otro brillante
pianista, Osvaldo Tarantino, le dedicó a Carlos Di Sarli el tema “Adiós
milonguero”. También una descriptiva y sentimental poesía, que tituló “El
último baile”, reconocimiento póstumo al gran músico y amigo.
fuente: TODOTANGO.
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